lunes, 8 de octubre de 2007

Dialogos Ignacianos


Algunas Reflexiones de nuestro panel:

Andrés Vargas S.J. - Rector Colegio San Ignacio

El panel estuvo de alto nivel. Los panelistas hablaron con franqueza, compromiso y alto profesionalismo. Creo que para todos los que asistimos fue un momento de reflexión y diálogo muy valioso, del cual salimos entusiasmados y reencantados con el servicio. El análisis del momento social fue profundo y esperanzador.

Disfruté mucho del intercambio, donde los participantes pudieron intercambiar sus puntos de vista y hacer sus aportes con libertad y sencillez, a veces abundando en el sentido de los panelistas y otras veces disintiendo de sus planteamientos. Ese es el diálogo fraterno que le hace falta al país para seguir construyendo.

Felicitaciones también a Andrea Vial, que condujo el diálogo con dinamismo.

Me siento muy satisfecho del espacio creado y espero podamos repetirlo todos los años, cada vez con mayor participación.


Alejandro Barros

El panel de muy buen nivel, creo que pudieron abordar los temas con "serenidad" como lo planteó sabiamente Enrique Barros, cada uno de los panelistas desde sus especialidades y experiencias, todas marcadas en el último tiempo por desafíos y conflictos muy importantes.

Me sentí cómodo y acogido, la conducción por parte de Andrea Vial muy bien llevada,
además creo que los panelistas pudieron ahondar en cada temática.

El dialogo que se produjo en forma posterior con los asistentes muy bueno y muy provocante en diferentes áreas.

Los desafíos que nos presenta este tipo de encuentro es poder convocar a más Ignacianos


¿Que les pareció a los asistentes?

(Subimos algunas fotos que pueden ver en ...)

viernes, 5 de octubre de 2007

Profesionalismo Médico

En la última década el quehacer médico se ha visto impactado por los cambios de la sociedad en general con la introducción de agentes externos a la relación médico paciente, los que han pasando a ser actores importantes del sistema de salud. Entre estos agentes están las compañías aseguradoras, los megaprestadores, el desarrollo tecnológico, la globalización, el sistema judicial, los medios de comunicación social y la industria farmacéutica y proveedora entre otros. Estos nuevos integrantes han llegado a la medicina, y a muchas otras actividades, para quedarse. El desafío actual del arte médico es resguardar la integridad y calidad de la relación médico paciente como eje fundamental del sistema de salud en este nuevo escenario.

La competencia profesional, uno de los cimientos de la relación médico paciente se fundamenta en un adecuado nivel cognitivo de las materias propias de la especialidad y las buenas relaciones interpersonales, con los pacientes y sus pares. Hoy este concepto se ha ampliado y requiere se adicionen explícitamente todos los valores y principios que hemos heredado desde Hipócrates.

En este contexto aparece evidente que se debe echar mano a lo más profundo de nuestro quehacer médico como estrategia de revitalización de la relación médico paciente: el profesionalismo, entendiéndolo como la base del contrato entre la medicina y la sociedad. Los principios fundamentales del profesionalismo médico son: i. Primacía del bienestar del paciente, ii. La autonomía del paciente y iii La justicia social. Estos principios demandan el poner siempre los intereses del paciente por delante de los del médico, adquirir y mantener constantemente un alto estándar de competencia e integridad a través de la capacitación continua y entregar a toda la sociedad consejos acerca de los cuidados de salud. Estos son los pilares en que se funda la confianza pública en el médico y los sistemas de salud.

Ante esto se hace fundamental basar el quehacer médico en principios y valores universales como la honestidad, el altruismo, calidez, empatía, honor e integridad, destreza, conocimiento, responsabilidad y el apego a la moral y la ética. El reconocimiento de las propias limitaciones es una de las obligaciones para con el paciente y que él espera del médico como componente esencial del profesionalismo.

El profesionalismo obliga a tener siempre una mirada puesta en la sociedad y sus necesidades en salud, velando por mejorar el acceso y la calidad de los servicios, procurando que este sea uniforme para toda la población, sin ningún tipo de discriminación.

La inserción del médico en este sistema sin duda no es fácil pues existe tensión constante con los intereses propios del médico, generándose conflictos de intereses que solo pueden ser adecuadamente recurriendo nuevamente a los principios y valores fundamentales, subordinando así de manera generosa los intereses propios por los de terceros. Un ejemplo claro de esto es la relación con la industria proveedora, que constituye un punto de tensión máxima entre los intereses propios del médico y del paciente, pudiendo comprometer el profesionalismo en pos de ganancias personales.

En esta situación de real conflicto el médico se convierte de hecho en el “vendedor” de los laboratorios farmacéuticos y/o de las casas que comercializan equipos e insumos. Difícilmente el paciente optará por un producto distinto del indicado por el médico. Finalmente, en esta cadena, los lugares de venta i.e farmacias o laboratorios se convierten solo en el lugar de despacho. Según las leyes del mercado, a las que estamos todos sometidos, un vendedor recibe una justa comisión por su venta. Es en este punto donde se inicia el conflicto con la perdida de independencia por parte del médico, las presiones indebidas por parte de la industria y la falta de autonomía del paciente.

Está delicada y compleja relación con las industrias debe ser transparentemente encausada hacia el beneficio de todos los actores, pues parece justo que el productor cancele a sus distribuidores y que el paciente obtenga directa o indirectamente los beneficios de esta interacción. Pareciera ser que la solución, ya adoptada en otros países, es generar fondos provenientes de las industrias (la retribución a sus distribuidores) con destino ciego y canalizado a través de instituciones o fondos concursables, sin existir relación directa entre el médico que indica una determinada marca de medicamento y quién recibe el beneficio. Estos fondos deben ser destinados a investigación, docencia, capacitación y acciones de salud pública. Otro hecho de vital importancia es que toda relación comercial debe ser claramente reconocida y establecida ante las instancias respectivas: pacientes, colegas, comités de investigaciones, comités editoriales, etc, de tal manera de que alerten acerca de eventuales sesgos.

Hoy, en la era de internet, la información ha perdido cierto grado de relevancia como eje del proceso de enseñanza – aprendizaje, ya que está disponible en nuestra casa a un clic de distancia; sin embargo la entrega de experiencia profesional y la constante enseñanza de los valores y principios fundamentales que deben guiar el profesionalismo deben constituir el centro del proceso educativo de las futuras generaciones de profesionales de la salud. Enseñar a los estudiantes e incluir estos temas transversalmente en las mallas curriculares de pre y post grado. Los docentes hoy más que ayer están llamados a constituirse en modelos de comportamiento, que gocen del respeto de la comunidad y que sean un ejemplo de profesionalismo. Los valores que estos modelos deben demostrar son: Entusiasmo, compromiso con la excelencia profesional, comunicación efectiva con pacientes, colegas y estudiantes, integridad, competencia clínica, altruismo, respeto por la dignidad de pacientes, colegas y profesionales de la salud. Todo esto junto a un estilo de vida balanceado.

En resumen el profesionalismo surge hoy día como la mejor, quizás la única alternativa para recuperar y reposicionar a la relación médico paciente como el principio y fundamento del quehacer médico y los sistemas de salud.

Dr. Francisco Javier Saitua Doren
Cirujano Infantil
Hospital Luis Calvo Mackenna.
Clínica Alemana de Santiago.